Eduardo Merlo director del Dpto. de arqueología del INAH

• Se dice historiador y antropólogo, pero los que saben lo consideran un perfecto charlatán
Hugo Pardo
Recientemente fue nombrado Eduardo Merlo, director del departamento de arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia, lo que constituye un despropósito ya que se supone que tal dependencia del gobierno federal debe estar a cargo de personas preparadas en el conocimiento científico de la historia y la antropología, lo cual dígase lo que se diga, no corresponde con el perfil profesional de este personaje que se ha hecho famoso por sus continuas apariciones en los medios informativos donde goza de la difusión de sus mensajes; lo mismo en el programa televisivo de Javier Gutiérrez Téllez, que en el periódico Cambio, que en cuanto medio tiene a su alcance.
Eduardo Merlo, ha dicho que las apariciones de la Virgen de Guadalupe están plenamente comprobadas, lo cual ni siquiera el abad Guillermo Schulemburg, quien tuvo a su cargo la Basílica de Guadalupe durante 40 años se atrevió a sostener, ya que al término de sus servicios sacerdotales en dicha basílica afirmó con toda honestidad y veracidad que tales apariciones no constituyen hechos históricos comprobados y que quien en ellas cree lo hace por fe, y no por ningún otro motivo.
Eduardo Merlo se dice lector asiduo de José Saramago, el célebre Premio Nobel que ha dicho en reiteradas ocasiones que él es ateo y no tiene la menor necesidad de creer en Dios e incluso que tal creencia la considera un verdadero estorbo para la libertad y la felicidad del ser humano. Se dice también Eduardo Merlo admirador de Alfredo López Austin, Álvaro Matute y Eduardo Matos, de los cuales afirma ha sacado mucho provecho. Lo cierto es que ninguno de los tres mencionados profesa la religión católica, son investigadores serios que están convencidos que todas las religiones son producto de la imaginación y creatividad del hombre con las cuales se han forjado grandes culturas, pero de eso a creer en la existencia real o metafísica de los dioses prehispánicos y en los de origen griego, hebreo y otras culturas, cuyas representaciones estudian con esmero, media un abismo infranqueble.
Charlatán: “Adjetivo y sustantivo, palabra que proviene del italiano ciarlatano. Se dice de la persona que habla mucho o es poco discreta. Embaucador. Vendedor que anuncia sus productos hablando mucho y vociferando”. No es pues un insulto considerar a este Eduardo Merlo, porque hay otros personajes con el mismo nombre que no lo son, un perfecto charlatán; es una caracterización y no es el INAH el lugar más adecuado para pregonar sus creencias. Él sería más útil asesorando a la arquidiócesis de Puebla, como en realidad lo ha hecho, que formando parte de un Estado laico, en donde se requiere de personas que no tengan prejuicios, dogmas ni supersticiones.
Claro, con un gobierno federal de ultraderecha y un gobierno estatal en manos de un precioso sinarquista, no es extraño que esto suceda, más aún cuando ambos disfrutan de la bendición y protección del alto clero católico romano mexicano poblano tehuacanero.